Me dirijo de un modo especial a las personas enfermas y a todos aquellos que les prestan asistencia y cuidado. La Iglesia reconoce en vosotros, queridos enfermos, una especial presencia de Cristo doliente.
Me dirijo de un modo especial a las personas enfermas y a todos aquellos que les prestan asistencia y cuidado. La Iglesia reconoce en vosotros, queridos enfermos, una especial presencia de Cristo doliente.