Enero, febrero, marzo, abril – 01 | 2018
La Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor, siguiendo el ejemplo muy elocuente de su Fundador y Maestro. Este año, el tema de la Jornada del Enfermo se inspira en las palabras que Jesús, desde la cruz, dirige a su madre María y a Juan.
La Salud se ha expandido como motor de civilización y su potencia aumentará todavía más en el imaginario mundial por cuatro razones principales. Primera, porque la Salud aumenta sus competencias, por ejemplo a todo el ámbito de la Psicología o la crianza de los hijos.
Acompañar a la familia del enfermo es así mismo acompañar al enfermo. Asistir a la familia durante la enfermedad de uno de sus miembros es acercarnos a ellos en su momento de mayor vulnerabilidad, cuando la incertidumbre se hace dolorosa, cuando se enfrentan a un mundo desconocido, el de la enfermedad, el sufrimiento, el medio hospitalario, etc.
El acercamiento a los textos bíblicos, especialmente evangélicos, es siempre una aventura con una buena dosis de suspense: si leemos bien no podemos anticipar cuál es el resultado, a qué nos va a impulsar el texto. Los relatos de curaciones de Jesús no son una excepción: su lectura puede sorprendernos.
Acompañar a las familias en su vulnerabilidad exige tener claras tres cuestiones: en qué radica la vulnerabilidad o ‘infirmidad’ de toda persona, en qué consiste la familia y qué es acompañar.
Acompañar a una familia es hacer con ellos un camino, abrir un proceso de encuentros pautados durante un tiempo. Estos encuentros tienen un componente de sorpresa, de imprevisibilidad y resulta fundamental estar abiertos a la novedad que supone cada familia, cada persona, y a la sorpresa que nos trae cada encentro.
Para poder hablar del acompañamiento pastoral hay que partir del significado mismo de la denominación “pastoral de la salud” tan acertadamente designada, ya que el objetivo de dicho acompañamiento es procurar la salud en la enfermedad, no sólo en el enfermo, sino en la familia y en el mismo agente de pastoral.