La confi anza es una actitud necesaria para abordar cualquier relación interpersonal. La atención a los procesos de vulnerabilidad social o en salud necesita de relaciones entre personas desconocidas en momentos clave de crisis existenciales.
Este artículo tiene como objetivo, narrar el compromiso de la Institución eclesiástica con la ciencia y el saber, que puede resumirse en estos tres verbos: primerear, dialogar, interpelar.
La autora se centra en las posibilidades y caminos que el Concilio Vaticano II abrió, y pone de relieve algunas oportunidades y límites en el quehacer bioético. El Concilio supuso una aportación indispensable al universo ético que debe proveer a la bioética para realizar su cometido.
Es innegable que el gran progreso tecno-científico ha contribuido a mejorar la vida, tanto la calidad como la cantidad, de muchas de las personas que viven en nuestro planeta.Sin embargo, esta revolución ha supuesto un deslumbramiento en la ciencia y lo que ella conlleva, que muchas veces dificulta un debate de fondo sobre los límites. El desarrollo tecno-científico supone una enorme mejora, pero también una amenaza.