Breve artículo que nos sitúa ante la evolución social del concepto de salud mental enfrentado al de enfermedad mental. También…
Uno de los primeros desafíos para aquellos a los que nos toca acompañar vidas heridas es aprender a mirar con hondura el corazón, tanto el ajeno como el propio. Mirar con la mayor hondura posible el corazón del otro, pero también nuestro propio corazón
El abordaje de la vulnerabilidad desde la perspectiva social o sanitaria debe realizarse desde el reconocimiento de que es una realidad compleja. Y las respuestas a realidades complejas deben ser multifactoriales y multidisciplinares. Pero lo primordial es reconocer que existe esa realidad. Y este reconocimiento es una actitud de los actores (profesionales, instituciones y entidades) de los sistemas de atención que necesitan integrarse y coordinarse para dar respuesta a todas las esferas de necesidad del ser humano.
Acompañar a la familia del enfermo es así mismo acompañar al enfermo. Asistir a la familia durante la enfermedad de uno de sus miembros es acercarnos a ellos en su momento de mayor vulnerabilidad, cuando la incertidumbre se hace dolorosa, cuando se enfrentan a un mundo desconocido, el de la enfermedad, el sufrimiento, el medio hospitalario, etc.
El sufrimiento es un misterio. Se esconden tras esta palabra tantas realidades, tantas personas que uno conoce, tantas situaciones, tantos rostros, tantas experiencias…Son interminables. Y no obstante es posible ver sonreír en medio del dolor y atisbar un rayo de luz aún en medio de las situaciones más desesperantes. Es posible ver la resurrección tantas veces.
El tema que este año nos ha propuesto el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud es fundante de nuestra vida de cristianos, por eso creo que es una ocasión propicia inmejorable para reflexionar y compartir la fe juntos, y el amor expresado en nuestra misión entre los enfermos.