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27 Abr: 332 | 04 ¿Es posible una vocación médica hoy? ¿Es posible una vocación médica cristiana hoy?
Tenemos que preguntarnos si no se ha pasado del espíritu del Buen Samaritano, al de un “cyber doctor”, o al de un transhumanista para quien todo está permitido con tal de llegar a eliminar todo sufrimiento y
conseguir una vida sin muerte y, si no ha llegado el momento de reflexionar sobre la necesidad de pasar de la medicina basada en la evidencia a un arte médico centrado sobre el enfermo, a una medicina totalmente centrada en la persona.
El sufrimiento es una cuestión vital e inquietante para la existencia humana por la convulsión que produce en la persona, respecto de sí misma, de los otros y, si cabe, en la esfera transcendental.
La vertiente de novedad que he encontrado para este artículo consiste en vincular las categorías “cuidado” y “encuentro” y ver cuánto da de sí ese vínculo para la ética.
En el presente artículo se trata una tercera dimensión de la vulnerabilidad implícita a las dimensiones antropológica y social, la dimensión ética. En la ética confluyen todas las dimensiones de la vulnerabilidad fundidas en una realidad humana universal y decisiva en la fundamentación y en la aplicación práctica de la bioética.
Una de las características antropológicas, que nos diferencia de las otras especies es la capacidad de poder ayudar a los otros seres humanos. Desde los albores de la humanidad la creación de los grupos humanos ha tenido como característica ayudar a los más menesterosos, a los más necesitados (Hontangas, 2009).
Las técnicas de reproducción asistida permiten a una mujer gestar y entregar el hijo fruto de su gestación a otras personas que pasaran a ser los progenitores legales, y en algunos casos también los progenitores genéticos. La gestación subrogada entraña muchos dilemas éticos que deben ponderarse.