La gestación subrogada ha posibilitado en los últimos años algo inimaginable en la historia de la humanidad: tener un hijo sin necesidad de pareja, de expresión sexual del amor, sin siquiera un seno propio que lo acoja. Hoy todo parece tener un precio, también la paternidad, el uso del propio útero, incluso los hijos.
Las técnicas de reproducción asistida permiten a una mujer gestar y entregar el hijo fruto de su gestación a otras personas que pasaran a ser los progenitores legales, y en algunos casos también los progenitores genéticos. La gestación subrogada entraña muchos dilemas éticos que deben ponderarse.