La condición humana tiene como elemento constitutivo la soledad. El problema es cuando la soledad se convierte en desamparo o abandono y esa angustia se oculta tras una falsa percepción de la realidad sustentada en una falta de intimidad, que deja de lado la percepción de sí mismo.
La soledad 3.0 es la soledad del siglo XXI. Abarca no solo a las personas mayores sino también a los jóvenes, cuya soledad no está visibilizada, y a todos aquellos grupos sociales que muestran alguna vulnerabilidad.
Uno de los primeros desafíos para aquellos a los que nos toca acompañar vidas heridas es aprender a mirar con hondura el corazón, tanto el ajeno como el propio. Mirar con la mayor hondura posible el corazón del otro, pero también nuestro propio corazón
La autora trata de abordar qué relación existe entre la soledad y la enfermedad mental, pero acercándose también desde una mirada sana, por lo que habla de la salud mental, esa parte de nuestra salud, por lo general, “olvidada”.
de Dios un don, inspiración recibida por nuestra Fundadora, Genoveva Torres Morales, para configurarnos con Cristo en el misterio de su amor misericordioso, reavivando en nosotras la conciencia de la misión que se nos ha confiado y a la que tenemos que responder en cada momento, de “ser consuelo en la soledad, hoy”.
El sociólogo Gilles Liporetsky (1986) sostiene que cuanto más la ciudad desarrolla posibilidades de encuentro, más solo se sienten los individuos y afirma que a mayor desarrollo tecnológico en una sociedad, más síntomas presenta de individualismo, de narcisismo y… soledad.
El fenómeno del envejecimiento es sin duda un logro social, cada vez más personas alcanzan edades avanzadas en mejores condiciones. La mayor proporción de personas mayores dibuja una sociedad con una riqueza espiritual nueva. Pero han surgido nuevos retos, cambios en la composición de los hogares y problemas por el impacto de la crisis económica actual.
La razón de cuidar es que en el centro del escenario está una persona que vive una experiencia única de sufrimiento. El dolor cotidiano y las limitaciones reclaman cuidado y presencia, pero ¿qué nos lo impide? La lucha está entre acercarnos y rodear, que es sinónimo de abandono.