Todos sufrimos. El sufrimiento es consustancial a la persona. Somos finitos, pero también llamados a la infinitud. Dios no nos evita el sufrimiento, sino que lo transforma y trasciende.
Todos sufrimos. El sufrimiento es consustancial a la persona. Somos finitos, pero también llamados a la infinitud. Dios no nos evita el sufrimiento, sino que lo transforma y trasciende.