La presencia de la Iglesia junto a los enfermos, sus familias y las personas que les atienden en los hospitales, profesionales y voluntarios, ha sido siempre una constante de la pastoral de la Iglesia. Más aún, en estos momentos en los que hay un desplazamiento cuantitativo desde la casa al hospital o a las residencias, debido a la nueva configuración de la vida ciudadana, especialmente en las grandes ciudades.