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332 | Editorial

Sus manos, que tocan la carne sufriente de Cristo, pueden ser signo de las manos misericordiosas del Padre. Hemos de ser conscientes de la gran dignidad de nuestra profesión, como también de la responsabilidad que conlleva.

Sus manos, que tocan la carne sufriente de Cristo, pueden ser signo de las manos misericordiosas del Padre. Hemos de ser conscientes de la gran dignidad de nuestra profesión, como también de la responsabilidad que conlleva.

La invitación de Jesús a ser misericordiosos como el Padre adquiere un significado particular para los agentes sanitarios. Su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión para convertirse en una misión.

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