Durante el siglo XX, se experimentó un aumento significativo en la esperanza de vida y un optimismo respecto a la erradicación de enfermedades. Sin embargo, eventos como la aparición del VIH/SIDA y el aumento de enfermedades crónicas replantearon la definición de salud, incorporando dimensiones como el bienestar espiritual. En el siglo XXI, el envejecimiento poblacional y la llegada de nuevas pandemias han planteado desafíos para los sistemas de salud. Como consecuencia se observa una polarización en las actitudes de los pacientes, desde la colaboración proactiva hasta la confrontación demandante. El modelo biopsicosocial reconoce la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales en la salud, facilitando un enfoque holístico en la atención médica y la promoción del bienestar.